Semana Santa
Semana Santa
Cortesía
27 Mar 2024 11:26 AM

Semana Santa: Algunas de las tradiciones más curiosas en el mundo

Paola
Agredo Tapias
Hasta brujas que salen de las tinieblas hace parte de los rituales que se viven en distintos países durante la Semana Mayor.

La Semana Santa, en especial La Pascua, da cabida para todo tipo de costumbres en diferentes países.  

Crucificados, brujas, mujeres azotadas hacen parte de algunos de los rituales más curiosos. Esto, según los expertos, se debe a la mezcla de costumbres religiosas con paganas.  

Lea también: Un estadounidense murió al caer del tercer piso de un hotel en Medellín

El diario español La Vanguardia publicó algunas de las curiosas tradiciones. En el listado aparece un país latinoamericano. 

Filipinas:  

En San Fernando, capital de la provincia de Pampanga, en Filipinas, por la influencia española cada año cientos de fieles desfilan por las calles castigándose con látigos y abriéndose heridas en la espalda con cuchillas.  

Al llegar a la catedral, que es un edificio neoclásico de la época hispánica, ya muy ensangrentados, son golpeados por el mismo público. Esto se hace para rememorar el jueves santo. 

Para celebrar la muerte de Jesús, al día siguiente, algunos son crucificados, con clavos auténticos, pero en las manos, no en las muñecas como dice la historia le hicieron a Cristo. A ellos tampoco le dejan los pies suspendidos.  

República Checa o Chequia:  

En la República Checa, Eslovaquia y partes de Hungría también queda algo de lo pagano. Allí para invocar a la fertilidad, los jóvenes azotan a las mujeres en el trasero con una vara de sauce. Lo hacen en grupos y llamando de puerta en puerta, mientras ellas los esperan con huevos de Pascua. 

Explicaron los antropólogos a La Vanguardia que, en la Edad Media, cuando no había demasiados espacios de socialización entre sexos, se trataba también de una forma de relacionarse para los solteros.  

Le puede interesar: A balazos asesinaron a una mujer en zona rural de Santa Fe de Antioquia

Polonia: 

La ciudad polaca de Wieliczka, a doce kilómetros de Cracovia, en Polonia, esconde bajo tierra unos 3,5 kilómetros de galerías, túneles y grandes salones excavados a unos cien metros de profundidad, y decorados para crear algo así como un palacio subterráneo. 

El espacio, unas minas de sal, llegan a los 300 metros de profundidad, y se extiende a lo largo de 300 kilómetros. En el siglo XIII los mineros empezaron a aprovechar la roca de sal para convertir en arte las galerías que iban dejando atrás. 

Lo más llamativo del lugar es la capilla de Santa Kinga (una monja húngara), que es la mayor iglesia subterránea del mundo. Tiene una palaciega escalinata da acceso a una sala de 54 metros de largo, 18 de ancho y 12 de alto, con lámparas de araña colgando del techo y un gran altar al final. 

Cada viernes santo, los mineros se visten con uniformes ceremoniales, toman una cruz y se adentran en las profundidades. A lo largo de 97 metros cuesta abajo rememoran los últimos instantes de la vida de Jesús, hasta llegar a la capilla. El viacrucis acaba frente a una estatua de sal de Juan Pablo II, que canonizó a Santa Kinga en 1999. 

Escandinavia: 

Las brujas son las protagonistas de la Semana Santa en Suecia y Finlandia. La historia se remonta a los siglos XV y XVII cuando se perseguía brutalmente a aquellas personas asociadas a la brujería. De hecho, en el Medioevo se extendió la leyenda de que entre el jueves santo y el domingo de resurrección las brujas salían de sus guaridas para reunirse con Satanás en un islote en el estrecho de Kalmar. 

Esta superstición murió con la llegada de la Ilustración, pero dejó una tradición: el jueves y el sábado santos los niños se disfrazan de brujas y tocan de puerta en puerta para pedir dulces.  

Grecia: 

Turistas se pasean por la plaza de la Spianada, en Corfú Grecia, el sábado santo y con tinajas, vasijas o cántaros, llenos de agua, celebran la resurrección de Cristo (un día antes).  

Bolivia: 

En algunas zonas rurales de Bolivia, la muerte de Jesús el viernes santo inaugura unas horas de anarquía que duran hasta su resurrección, el domingo. 

Con la premisa “puesto que Cristo ha muerto y no nos puede ver, ¿por qué no robar?” es típico que los vecinos se hurten alguna cabeza de ganado u objetos de poco valor. Eso sí, se trata de un robo “controlado”, normalizado solo entre los miembros de una misma comunidad.