
Joven madre de familia de Medellín encontró la muerte en el Perú: Una historia cargada de misterio y dolor
La noticia llegó como un golpe demoledor al barrio Carpinelo, en la comuna uno de El Popular en el nororiente de Medellín, a miles de kilómetros de distancia. Luisa Fernanda Martínez Usuga, una madre de 29 años con una hija de 12, que había cruzado fronteras buscando un mejor futuro, fue encontrada muerta en la ciudad de Piura, en el Perú.
Su vida, construida con esfuerzo como ayudante de cocina, se apagó de forma violenta, dejando un rastro de dolor y una desgarradora lucha por la verdad y la justicia.
Luisa llevaba un año conviviendo con su pareja en Perú. Su tragedia empezó La madrugada del pasado martes. El supuesto feminicida llamó a la madre de Luisa en Colombia para darle una noticia espeluznante: “su hija se había suicidado”. Fueron momentos de profunda angustia y confusión. La madre, desesperada, intentó contactar a Luisa en Perú, buscando una claridad que jamás llegó.
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La incertidumbre se acrecentó cuando, según Leidy Montes, familiar de la joven asesinada, los parientes del hombre peruano también se comunicaron con la familia antioqueña de Luisa, insistiendo en la versión del suicidio. En un aparente intento por ocultar un crimen que ya había sido cometido.
Un disparo en la cabeza y un silencio cómplice
Luisa tenía sus pertenencias empacadas. Su familia en Medellín lo confirma: estaba ahorrando dinero, soñando con regresar a Colombia, a casa. Llevaba cuatro años en Perú, dedicándose a su trabajo como ayudante de cocina.
Fueron los vecinos en esa madrugada del martes, alarmados, llamaron a la policía. Lo que los agentes encontraron al llegar a la escena era desolador: Luisa yacía sin vida, con un disparo en la cabeza. A su lado, acostado, estaba su pareja, quien, según Leidy Montes, se negó a dar declaraciones en ese momento, sumido en un silencio que lo hacía aún más sospechoso. El hombre fue capturado en el acto, sin pronunciar una sola palabra.
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El celular: Clave en la obstrucción de la justicia
En medio de la desesperación por entender lo sucedido, la familia de Luisa preguntó por su celular. Para su sorpresa y angustia, estaba en manos de la hermana del presunto feminicida, quien en un principio negó tenerlo.
Pero la Fiscalía peruana no tardó en actuar. Al interrogarla, las contradicciones se hicieron evidentes y finalmente la hermana admitió tener el teléfono. Reveló que el abogado de su hermano le había aconsejado no entregarlo, lo que, sumado a la posible eliminación de información, levantó aún más sospechas de encubrimiento. Según Leiydi Montes, tanto el abogado como la hermana de la víctima fueron capturados por las autoridades peruanas bajo cargos de obstrucción a la justicia.
La Angustia de la repatriación: Un último esfuerzo de Amor
Con la verdad del crimen al descubierto, la familia de Luisa se enfrentó a una nueva y dolorosa prueba: la repatriación del cuerpo. Se dirigieron al Consulado de Perú y realizaron gestiones ante la Cancillería. La respuesta fue un golpe: el traslado tendría un costo de 15 millones de pesos colombianos.
Desde el Consulado de Colombia en Perú, se hicieron derechos de petición, buscando apoyo para el traslado y la investigación. El costo seguía siendo el mismo. Fue un primo de Luisa quien asumió la ardua tarea de gestionar todo el proceso de repatriación en Piura. Con un inmenso sacrificio, la familia logró reunir los 15 millones de pesos.
Gracias a la colaboración de la Funeraria San Vicente, el cuerpo de Luisa fue trasladado finalmente a Medellín el viernes. Hoy, la ciudad se prepara para darle el último adiós a Luisa Fernanda Martínez Usuga, una vida truncada por la violencia, pero cuya historia, contada a pesar del dolor, busca que su memoria sea un llamado a la justicia y a la protección de las mujeres.