Rituales de fin de año: las tradiciones que persisten en Antioquia para atraer prosperidad y buena energía

En muchos hogares antioqueños, el fin de año no se entiende sin lentejas, uvas, ropa interior de colores y uno que otro ritual que, aunque no garantiza resultados, sigue siendo parte del cierre simbólico del calendario. Son prácticas que se repiten generación tras generación y que, para muchos, representan una forma de proyectar deseos y propósitos para el año que comienza.

Uno de los rituales más populares sigue siendo el de salir a la calle con una maleta justo a la medianoche, con la esperanza de atraer viajes y nuevas oportunidades. Héctor Gaona asegura que es una tradición que no abandona. “Yo siempre salgo con la maleta porque siento que me funciona. No sé si es sugestión, pero cada año termino viajando o moviéndome más”, contó.

A estos rituales se suman las uvas —doce, una por cada mes—, las lentejas para atraer abundancia y la quema del muñeco de fin de año como símbolo de dejar atrás lo negativo. Pero hay prácticas que se viven con especial fuerza en plazas de mercado como La Minorista, La Mayorista o los puestos tradicionales del sector de La América, donde los días previos al 31 aumentan las ventas de plantas amargas y dulces para baños energéticos.

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Ana Carolina Chica, nieta de una vendedora de hierbas en plaza de mercado, explica que estos rituales tienen un fuerte componente cultural y emocional. “Más allá de la creencia, es una forma de conectar con lo que queremos soltar y con lo que queremos recibir. Las plantas se usan como una herramienta simbólica para limpiar y empezar de nuevo”, señaló.

Según explica, el baño con plantas amargas suele hacerse el 31 de diciembre para cerrar ciclos, mientras que el de plantas dulces se reserva para el primero de enero, con la intención de atraer lo positivo. Ruda, salvia, eucalipto y anamu hacen parte de las más buscadas, siempre con la recomendación de adquirirlas en lugares donde sepan identificarlas y prepararlas adecuadamente.

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Con el paso de los años, estas tradiciones también han evolucionado. A los rituales clásicos se suman prácticas más recientes que circulan en redes sociales y entre jóvenes, como recibir el Año Nuevo debajo de la mesa para atraer pareja o decorar la entrada de la casa con flores amarillas para simbolizar prosperidad y vitalidad.

Al final, más allá de la creencia, los rituales de fin de año siguen siendo un pretexto para reunirse, hacer balance y proyectar esperanzas. En Antioquia, despedir el año no es solo cambiar de calendario, sino reafirmar, a través de estas prácticas, el deseo colectivo de comenzar mejor.