Asesinato de ‘Mono Rolex’, cabecilla de ladrones de relojes de lujo, convierte a la Comuna 3 en la segunda más violenta de Medellín
Asesinato de ‘Mono Rolex’, cabecilla de ladrones de relojes de lujo, convierte a la Comuna 3 en la segunda más violenta de Medellín
Suministrada.
12 Ago 2025 05:52 AM

Asesinato de ‘Mono Rolex’, cabecilla de ladrones de relojes de lujo, convierte a la Comuna 3 en la segunda más violenta de Medellín

Yuli
Metaute Londoño
Su función era identificar a las víctimas con objetos de valor para luego dar aviso a otros miembros de la banda.

Este fin de semana Juan Pablo Estrada Builes, conocido con el alias de 'Mono Rolex', fue asesinado a balazos en el barrio Manrique Central, comuna 3 de Medellín.

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Este hombre de 27 años,  es señalado de ser la cabeza visible de "Los Rolex", una organización criminal cuyo nombre se deriva de su modus operandi; el hurto de relojes de lujo de marcas como Rolex, Cartier o TAG Heuer.

Estos artículos, cuyo valor puede superar los 10 millones de pesos, eran el principal objetivo de la banda, que operaba en zonas exclusivas de Medellín como El Poblado, Laureles, La Candelaria y Belén.

Según indicó la Corporación para la Paz y el Desarrollo Social (Corpades), dentro de la estructura criminal, Estrada Builes desempeñaba un rol crucial como "marcador". Su función era identificar a las víctimas con objetos de valor para luego dar aviso a otros miembros de la banda, quienes ejecutaban el hurto.

El historial delictivo de 'Mono Rolex' era extenso y documentado. En 2019, fue capturado en el barrio Campo Valdés en posesión de varios objetos de valor, entre ellos relojes, cadenas de oro y celulares de alta gama. Además de hurto calificado, en su prontuario figuraban delitos como lesiones personales y fuga de presos, evidenciando una carrera criminal que se mantuvo activa a lo largo de los años.

Detalles del Homicidio y la Escena del Crimen 

El asesinato ocurrió en la carrera 41 con calle 71, mientras se movilizaba en su vehículo, un Nissan March plateado, fue interceptado por dos hombres en una motocicleta negra. 

Sin mediar palabra, los sicarios le dispararon en repetidas ocasiones, causándole heridas graves en la cabeza, brazos y pecho.

El vehículo de la víctima, fuera de control, colisionó con un taxi. Gravemente herido, 'Mono Rolex' fue trasladado de urgencia a la Policlínica y, posteriormente, al Hospital San Vicente Fundación, donde, a pesar de los esfuerzos médicos, falleció. 

Según un reciente informe de la ONG Corpadres, el asesinato de 'Mono Rolex' ha elevado la cifra de homicidios en la comuna 3 (Manrique) a 19 en lo que va de 2025. Esto la sitúa como la segunda comuna más violenta de Medellín, solo superada por La Candelaria, que acumula 39 casos, y por encima de Laureles, que registra 18. 

El panorama general no es menos preocupante. La ciudad de Medellín ha registrado un total de 209 homicidios en 2025, lo que representa un aumento de 38 casos en comparación con el mismo periodo del año anterior. Este incremento, según advierte Corpades, evidencia un recrudecimiento de la violencia y un desafío para las autoridades locales.

Más noticias importantes

Una conmemoración de independencia de Antioquia entre fiambres y silencio

Antioquia celebró 212 años de independencia en un rincón que, más que geográfico, es simbólico: Ituango, un municipio marcado por la resistencia, la violencia y la esperanza. Allí, en medio de montañas que han sido testigo de guerras, desplazamientos y reconstrucciones, el gobernador Andrés Julián Rendón decidió conmemorar la fecha junto a 25 soldados del Ejército Nacional, hombres que custodian uno de los puntos más estratégicos del departamento: las inmediaciones de Hidroituango, el megaproyecto energético que representa tanto una promesa de desarrollo como un desafío de seguridad.

La elección del lugar no fue casual. En vez de encabezar actos públicos en Medellín o en alguna cabecera municipal, el gobernador optó por la lejanía. Por un espacio donde el Estado aún se afirma con esfuerzo, y donde la libertad se defiende día a día. Compartir con los soldados en ese entorno agreste fue un gesto íntimo, sobrio, profundamente simbólico.

Lo que estaba planeado como una celebración tradicional, con partida de torta y palabras de orgullo, se transformó en un acto solemne. El mandatario compartió un ágape sencillo con los soldados: fiambres envueltos en hojas, servidos sobre mesas improvisadas. No hubo discursos ni aplausos, pero sí gestos que transmitían respeto, gratitud y una profunda conciencia del momento.

El silencio que rodeó el encuentro no fue vacío. Fue duelo. Mientras Antioquia celebraba su independencia, el país despertaba con la noticia de la muerte de Miguel Uribe Turbay, víctima de un atentado que lo mantuvo dos meses entre la vida y la muerte. La noticia llegó como un golpe seco, alterando el ánimo de una jornada que, aunque festiva en el calendario, se vivió con recogimiento.

La atmósfera cambió. Lo que pudo ser una fiesta se convirtió en un acto de memoria. Los soldados permanecieron en silencio. El gobernador también. Pero en sus gestos se percibía el peso de la historia, la fragilidad de la vida y la responsabilidad de proteger una tierra que aún lucha por su paz.

La independencia de Antioquia, proclamada el 11 de agosto de 1813 por Juan del Corral, no fue un acto simbólico, sino una declaración de voluntad. Fue el momento en que esta tierra decidió no obedecer más a ningún rey, sino al pueblo. Desde entonces, la libertad ha sido una conquista constante, marcada por guerras civiles, violencia política, y más recientemente, por el conflicto armado que ha dejado huellas profundas en municipios como Ituango.

Por eso, conmemorar la independencia en ese lugar tiene un peso especial. No es solo recordar el pasado, sino reconocer el presente. En Ituango, la libertad no se celebra con banderas, sino con vigilancia constante, con patrullajes silenciosos, con soldados que duermen con el fusil cerca y el oído atento.

La jornada no dejó titulares rimbombantes, pero sí una imagen poderosa: soldados comiendo fiambre junto al gobernador, sin cámaras ni poses, en un gesto que reivindica la dignidad de quienes defienden el territorio desde el anonimato. Fue un acto íntimo, austero, pero profundamente significativo.

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Antioquia está viva, libre, y consciente de lo que cuesta seguir siéndolo. Y en Ituango, ese mensaje se escribió sin palabras, pero con una solemnidad que quedará en la memoria de quienes lo presenciaron.