
Una madre y sus dos hijos desaparecidos en la tragedia de Bello
El reloj marcaba las primeras horas de la madrugada del martes cuando la tranquilidad en el sector de Altos de Oriente, en Bello, se desvaneció bajo el estruendo de la tierra y el agua.
Lo que comenzó como el desbordamiento furioso de la quebrada La Negra, en los límites con Medellín, se transformó en una pesadilla geológica: un movimiento en masa implacable que arrasó con la vida y los sueños de la comunidad. Cincuenta viviendas, según los primeros reportes, quedaron sepultadas bajo el lodo y los escombros.
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La luz del nuevo día reveló la magnitud de la tragedia. Hasta ahora, el saldo preliminar es desgarrador: al menos 10 personas muertas y la angustiante cifra de cerca de 15 desaparecidas. Pero detrás de cada número hay una historia, un rostro, una familia fragmentada por la fuerza imparable de la naturaleza.
Entre la lista de los que no aparecen, la incertidumbre se cierne sobre una joven madre, Carolina Ciro Castro, oriunda del municipio de La Unión. Su nombre, pronunciado con desesperación, resuena en medio del caos. Pero Carolina no está sola en esta angustiante espera. Junto a ella, el abismo de la desaparición ha tragado también a sus dos pequeños hijos: Emanuel Osorio Ciro, un niño de apenas 4 años, y Maximiliano Martínez Ciro, un bebé que apenas comenzaba a gatear, con solo un año de vida.
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Una familiar, con la voz quebrada por la zozobra, confirmó la presencia de Carolina y sus pequeños entre los que aún no han sido hallados. La esperanza se aferra a un hilo delgado mientras las horas.
El sector de Altos de Oriente, en la vereda Granizal, se ha convertido en un escenario de dolor y solidaridad. Equipos de rescate trabajan sin descanso, removiendo escombros, buscando señales de vida, mientras la comunidad se aferra a la fe y a la esperanza de que, de alguna manera, Carolina, Emanuel y Maximiliano regresen a casa. La tragedia de Bello es un recordatorio crudo de la vulnerabilidad humana ante la furia de la naturaleza, y de la fortaleza de un pueblo que se une para enfrentar el dolor.